El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, está motivado por la ambición de afirmarse como un autócrata. Este año, el líder turco ya ha estado involucrado en conflictos militares en Libia, Siria e Irak. En el otoño, decidió apoyar al aliado de Turquía, Azerbaiyán, en el prolongado conflicto con Armenia.
En los albores de su carrera presidencial, Erdogan delegó la autoridad total al poder ejecutivo para controlar la economía nacional y la política, es decir, a sí mismo. Hace mucho tiempo, el banco central de Turquía perdió el estatus de un regulador financiero independiente y de pleno derecho que obedecía las directivas del presidente. Como cualquier autócrata, Recep Tayyip Erdogan justifica su presión sobre el banco central en beneficio de sus nacionales.
En lo que respecta a las hostilidades en Nagorno-Karabaj, aseguró a los azerbaiyanos su inmenso apoyo. "Condeno a Armenia una vez más por atacar tierras azerbaiyanas", hizo una declaración oficial. "Turquía sigue apoyando al amistoso y fraterno Azerbaiyán con todas sus instalaciones y corazón". En otras palabras, el líder turco no pretende calmar las tensiones políticas entre los países caucásicos en guerra. En cambio, Ankara suministra armas a Azerbaiyán y, según se informa, despliega algunas tropas y aviones.
En medio de la campaña de Turquía en el sur del Cáucaso, la lira turca cayó en picada nuevamente y se aproximó a nuevos mínimos de varios años. Se espera que caiga tan bajo como 8 frente al dólar estadounidense. Al mismo tiempo, la deuda externa de Turquía se ha incrementado a $100 mil millones. Además, la deuda del banco central, en virtud de su acuerdo de swap de divisas, aumentó a $50 mil millones. Esto significa que el regulador no puede pagar su enorme deuda incluso con todas sus reservas de divisas disponibles.